Hace unos días, entre el 4 y 7, el universo y una familia que aprecio mucho me regaló la oportunidad de acompañarles y asistir por segundo año consecutivo al XVII Encuentro de Ecoaldeas de la RIE, realizado esta vez en el Cortijo los Baños-Al Hamam (Almería).
Un lugar especial por su emplazamiento,
instalaciones y personas que nos reuníamos de toda la península y de fuera de
ella. Al igual que el año pasado, terminó marcándome y generando un cambio que
tocó varios aspectos de mi ser.
En los encuentros se hacen muchísimos talleres y
charlas que nos llevan a tener muchas experiencias que se manifiestan en
emociones tras emociones; descubrimientos tras descubrimientos y en compartir
tras compartir. Todo ello bajo el prisma de cuatro dimensiones: la social, la ecológica, la espiritual
y la económica.
Las “dinámicas” que se realizan en los talleres
muchas veces, sea por el número alto de asistentes, por el espacio y entorno
natural donde se realizan o por las propias personas que mayoritariamente asisten (personas que se nota que trabajan
mucho su parte personal hacia los otros y/o tienen experiencia en comunidad o
deseos de generar proyectos parecidos) se genera un ambiente que muchas veces
raya la línea entre el típico estado de conciencia ordinario y el estado de conciencia que generan momentos de éxtasis
o altamente emotivos que parecen cosa de magia. Una magia acariciada por música y tambores indios acompañados
de las noches estrelladas del desierto y
del sol cálido y observador que nos ilumina.
Todos los talleres son especiales (todos nos
sorprenden, aunque creamos que ya sabemos de qué tratan por ver el título en el
panel informativo) no sólo por su contenido sino por el ambiente ecoaldeano que
todos respiramos y sentimos durante los días que dura el encuentro. Sobre todo
para aquellas personas que ves que es su primera experiencia en “dinámicas”,
ecología, alimentación natural y contacto con Gaia y todos los seres. Muchos de
ellos salen en medio del círculo y expresan abiertamente su deseo de salir de
la Matrix, de los convencionalismos y de ese forma de vivir basada muchas veces
en el objetivo de acumular bienes para llenar el vacío que tenemos. Un vacío que muchas veces no llegamos a
comprender pero que simplemente es porque estamos separados de los entornos
naturales y de nuestro ser de luz interior, al que acallamos con todo tipo de distracciones
para nuestra mente física que tan bien manipulada tiene el sistema y que está
contenta y distraída en su zona de confort.
A
título personal, lo que yo percibo que más denota los Encuentros de la RIE son:
El aspecto de tener claro que el sistema nos
lleva al individualismo desmesurado e inhumanizado y cómo podemos hacer el
cambio.
Saber
que lo más complejo y necesario para desarrollar un proyecto de comunidad es trabajar los
aspectos de la comunicación entre los miembros y la resolución de conflictos.
Comprender
que si una sociedad no sabe celebrar la vida, no baila ni ríe todos los días
sin necesidad de comilonas, alcohol, drogas y estupideces es una sociedad enferma.
Una de las razones por las que asisto al encuentro
es para conocer proyectos que ya están en marcha y a personas con quien puede
vincularme para compartir ideas u otros nuevos proyectos. Son unos días muy
buenos donde conoces gente muy agradable
afín a tus inquietudes. Un espacio donde te das cuenta de que somos muchos los
que tenemos cosas en común y aunque luego vuelves a tu pueblo, sientes que no
estás tan solo como me suele suceder. Vuelves con ganas de hacer cosas y seguir
mejorando para crear nuevos retos y sueños que realizar.
También quiero agradecer la energía y muchísimas
sonrisas que hemos puesto todos para que esto sea real. Desde los voluntarios,
organizadores del encuentro, facilitadores, los propios residentes de la
ecoaldea que acogió el encuentro este año y los asistentes (aquí estoy yo).
GRACIAS POR
COMPARTIR.
La vida es un encuentro, no una búsqueda.
Fran Xavi Forés